En lo profundo de la zona rural de La Huasteca, a lo largo de la costa del Golfo de México, los bungalós destartalados se encuentran dispersos entre frondosos árboles y ganado. Carolina, de ocho años, vive aquí en una comunidad indígena con su madre y su padrastro. Por culpa de la pandemia de coronavirus en curso, ha perdido casi un año de escolaridad.

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